CRÓNICAS ASIÁTICAS Y CUENTOS CHINOS

Los cambios de gobierno locales traen consigo movimientos a todos los niveles de la administración pública municipal. Se mueven escaños, concejales, sillones, jefes de área, cargos de confianza y papeles, muchos papeles. Mikel N. Navarro. Cuando los políticos creen estar convencidos de su perpetuidad en el cargo, suele ocurrir que se relaja el sentido propio por la mesura de los actos y aquellas cosas que siempre se criticarían desde la oposición, se transforman en justificables y defendibles. Quizá, si el político de turno siente que nada puede mover el sillón desde donde dirige al pueblo, sus principios terminen por ser enjugados por la vanidad que produce la patente de corso y el derecho medieval de pernada. En la política del siglo XXI sin embargo, ocurre como en la vida, que no hablamos de una ciencia exacta y que cada cuatro años, los ciudadanos elegimos nuestro destino político. Cuando eso ocurre y cambia el color del sillón municipal, antes o después comienzan a salir papeles que ruborizan al más pintado. Los excesos, los favores, los gastos, las gestiones. Todo queda guardado en la memoria de los discos duros e incluso en las conciencias de los más blandos. Los papeles favoritos del recién llegado al gobierno municipal son las facturas de los antiguos inquilinos. Lo normal en ellas es que tengan una explicación legal y lógica. A pesar de ello, algunas de esas facturas claman al cielo y merecen más que una explicación exhaustiva por parte de quienes las generaron. Pronto veremos desfilar por el mentidero electoral de la comarca a toda clase de titiriteros en campaña que acompañados con el cansino sonido de afilador de antaño nos abrumarán a base de sueños hilvanados bajo alguna bandera neófita. Mi padre dice que todos son iguales. Y tiene razón. Sólo que unos son más iguales que otros. Es cierto que las campañas electorales parecen caravanas de carromatos recorriendo las conciencias del electorado con escenarios desmontables de cartón piedra. La farándula cargada de crónicas asiáticas y cuentos chinos. Todos ellos con algo que vender, con algo que pintar aunque ya no pinten nada. Independientes sin argumentos, progresistas manidos, nacionalistas troquelados, rojos pro-anti-castristas, ecologistas de pecera y conservadores acomplejados. Y esto sólo en el municipio de la capital de la comarca. Cuentos chinos…. Pero habrá que votar… o no?

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