LA REIVINDICACIÓN DEL PENSAMIENTO

Vivimos en mundo de hipócritas advenedizos, de empresarios ciegos y simplones, de políticos endiosados y de eruditos de cartón piedra. Mientras el resto de la ciudadanía nos empeñamos cada mañana en sacar adelante este desaguisado en el que se ha convertido la subsistencia diaria, los que aún se creen la élite de este país, esta región o este municipio, siguen parapetados tras sus urnas de cristal, ajenos a todo lo que ocurre en la vida real.


Mikel N. Navarro


Estoy cansado. Posiblemente esa sea la esencia de todo. Que estoy cansado. Cansado de asistir a la impunidad con la que la propia injusticia trata a los que, precisamente deberían ser admirados por su coraje y tenacidad. Cientos de miles de personas que cada día se esfuerzan y sacrifican por mantener a flote esta miseria de sociedad que a duras penas se mantiene en su lugar.

Estoy cansado de sucedáneos de amigos, camuflados de conocidos y que ni siquiera llegan a la categoría de seres de este mundo. De monigotes de trapo que ni sienten ni padecen por su propia condición de inanimados, de inertes, de personajes de ficción viviendo en un mundo paralelo, sólo parecido al nuestro.

Cansado de personajes de cuento local con marchamo de políticos, hombres y mujeres con nombre y apellidos, cargados de promesas, sonrisas artificiales y cartelería electoral, con más ambición que soltura y menos conocimiento y reales que vergüenza. Cansado de Salomés y Bonillas, de Marines, Rincones y Morales, de Zapateros, Rubalcabas y Rajoys, de Heredias y de Arenas, de González y de Aznáraes, de protagonistas mediáticos, de batasunos con disfraz de demócratas, de empresarios llorones. Cansado de discursos obsoletos, de arengas fáciles y de cuentos viejos. Cansado del hedor nauseabundo que desprende cada palabra, cada discurso hecho de cara a la galería, cada falta de rigor, cada mentira para coseguir un adepto más, otro borrego, otro voto, otro perfil afín.

Desde aquí, aunque cansado de todo, sigo reivindicando el pensamiento, la mesura, la inteligencia. Quizá con suerte y algo de testiculina, seamos capaces de poner a cada uno en su sitio y de paso, poder decidir nuestro futuro por nosotros mismos, sin intermediarios. Una utopía... lo se y estoy cansado de tanta utopía. Quizá la reivindicación del pensamiento nos haga invulnerables, respetados, temidos, indispensables. A mi me bastaría con que reaccionaran ante esta reflexión y fueran capaces de escuchar este lamento, de leer entre líneas, de intuir lo que siento, de cambiar el rumbo y el discurso, de tender la mano y arrimar el hombro, de arreglar lo que entre todos han roto.


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