MI PARTICULAR APORTE AL DÍA DE LOS ENAMORADOS

Gracias a Dios pasó el día de los enamorados y hemos sobrevivido un año más a este invento comercial que enternece corazones con el mismo descaro que derrite las carteras y los bolsillos en nombre del amor. No se quién dijo que cómo era posible crear un día para celebrar algo que debería celebrarse siempre. Supongo que somos tan ignorantes que dejamos en manos de Cupido lo que nosotros deberíamos asumir con hechos cada día.  Como decía Tom Hanks en el papel de Forrest Gump, "Puede que yo no sea muy listo, pero si se lo que es el amor"




Mikel N. Navarro

Como hoy estoy cansado de tanto político intolerante, incapaces de encajar las críticas que se les hace por mi parte en este Blog, he decidido no meterme con nadie hoy, a ver si así descansa mi teléfono que está últimamente que arde y no precisamente de pasión ni de amor. Dejaremos por tanto para mejor ocasión la crítica política del día y en homenaje a Cupido y a su día de los enamorados haré una pequeña reflexión sobre esta onomástica.

Juego con la ventaja de no estar enamorado en estos momentos y por tanto puedo ser más imparcial, ya que no me espera la crítica dolida de ninguna pareja que se sienta identificada en este aporte, ni para bien ni para mal y por ello tampoco me veo en la tesitura de ser políticamente correcto. Es decir, en ningún otro momento de mi vida podría ser más libre para expresar lo que pienso del día de los enamorados.

Para no aburriros y de paso intentar ser lo más aséptico posible os diré que para mi el amor es ese estado del sentimiento, especie de enajenación transitoria, que juega con la mente y con el alma. Una forma de vida inteligente de la que no te puedes desprender cuando te atrapa y que por tanto es absurdo querer someterla para retenerla en un frasco de cristal, aunque éste sea de Bohemia o de Murano. El día de los enamorados es tan absurdo y poco romántico como pretender reducir el homenaje al amor,  a un simplón evento de masas promovido por un sin fin de casas comerciales.

No entiendo cómo se puede traicionar al ser amado, condenándolo a asumir un papel previamente establecido, por el mero hecho de que eso es lo correcto en este día. En fin, creo como me temía, que prefiero la crítica política a este escarceo con las musas del sentimiento. Es curioso,  acabo de caer en la cuenta de que en esto de la política local hay pocos enamorados y muchos enamoradizos. No se, quizá lo da el clima crispado, o la pasión del debate, o el apego a la poltrona, o los deslices verbales. Lo dejaremos por el momento no sea que alguno se haya dado ya por aludido. 

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